Al construir una casa o un
edificio es indispensable un arquitecto. Un profesional que debe logar que ese
inmueble cumpla con la necesidades de espacio y funcionalidad de la persona,
familia u organización que la va a habitar, además de lograr que su aspecto sea
estéticamente armónico y coherente con el estilo y categoría, tanto de sus
ocupantes como del entorno donde se edificará.
¿Qué aspecto tendrá, cuantos y
cómo serán sus espacios dentro, por dónde se llega de uno a otro, qué cantidad
de niveles tendrá, qué debe ir abajo, qué debe ir arriba, qué debe estar junto a
qué, cómo va a entrar suficiente luz, cómo se comportará frente a las
condiciones del clima? Se busca funcionalidad, comodidad, ambiente, seguridad,
etc… Y son miles de elementos que hay que tomar en cuenta, y que una vez hecha
la construcción difícilmente se podrán cambiar.
De igual forma, un instrumento
de comunicación, un mensaje, por más sencillo que sea, debe cumplir con
requerimientos para cumplir un propósito. El objetivo es siempre, que una
información se instale en el cerebro de otra persona y que esa información sea
utilizada en su pensamiento; es como construir un espacio en su mente. Un
espacio para motivar o facilitar una acción cuando alguna circunstancia se
presente. Por ejemplo, si llega un cliente al establecimiento donde trabaja una
persona, ésta sepa qué tipo de bienvenida debe darle y cómo tratarlo, o si se
enferma de gripa, tenga en su mente la instrucción precisa de qué debe tomar
para estar sana. Todos los procedimientos, todas sus acciones las dicta su
mente gracias a la información que ahí se ha grabado.
Lograr ese espacio en la mente
de una persona, que se convertirá en una parte de sus pensamientos, sus gustos,
sus preferencias políticas; tiene también una labor de arquitectura. Las ideas,
la información específica debe acomodarse y relacionarse en sus catálogos
cerebrales para poder ser utilizada. Debe haber un orden de ideas, una
secuencia de razonamientos. “Estornudo-gripa-remedio-medicamento”. ¿Qué va
arriba de qué?, ¿Qué cosa es más importante que otra?.
Pero dado que la comunicación es
un acto cotidiano, una función natural y espontánea en los seres humanos, rara
vez pensamos: “Voy a decir esto, luego esto y luego esto, para darme a entender
o convencer a alguien”. Nuestro cerebro resuelve de manera inmediata e
inconsciente, y nuestros pensamientos simplemente salen, en ocasiones
provocándonos terribles consecuencias, porque “lo dicho, dicho queda”. Como un
edificio en el paisaje de una ciudad.
En arquitectura hay suelos,
climas, entornos; en comunicación hay antecedentes, contextos, canales. En
arquitectura hay ladrillo, cemento, acero, etc. En comunicación hay lenguajes,
símbolos y significados, lógica, credibilidad. En arquitectura hay lo dinámico,
lo acogedor, lo elegante; en comunicación hay características cualitativas
similares.
La comunicación, al igual que la
arquitectura, requiere un diseño previo a su realización. Investigación,
planeación, proyecto; y juega con elementos desde lo más obvio, hasta los más
sutil pero importante.
En la comunicación profesional,
en aquella que va al público, que quiere captar mayores audiencias, la
comunicación organizacional o masiva, se habla de “estrategia de comunicación”.
En muchas mentes y de manera simultánea hay que motivar un pensamiento, un
gusto, una necesidad, un sentimiento, una preferencia política. En qué tan
diferentes estructuras mentales hay que penetrar y establecer un recurso de
pensamiento. Es como instalar un software o una aplicación en millones de
computadoras, y que sea compatible con cada sistema donde se instaló.
Para lograr todo ello, un
comunicólogo debe conocer muy bien al público para el cual diseña un mensaje y
tener la capacidad máxima posible de predecir sus interpretaciones. Si pensamos
que la misma palabra puede significar algo diferente para cada persona, lograr
comunicar es un reto. Se busca entendimiento, confianza, participación, se
busca una respuesta,… una reacción.
Cabe aquí mencionar que el papel
de la ética es fundamental, y hasta nos podemos inventar una Regla de Oro. “No
intentes convencer a otro de aquello de lo que no estás convencido”.
Desgraciadamente vivimos en un mundo en que esta regla no está muy presente en
las empresas cuyo producto básico es información y comunicación, pero eso es un
tema de otro artículo.
La comunicación tiene una
arquitectura, y cuando la hacen profesionales los resultados son evidentes.
Muy cierto. Por experiencia profesional -y personal-, pareciera que al igual que muchas personas creen que pueden diseñar un espacio, una gran mayoría asegura que son capaces de comunicar. Incluso profesionales egresados de esta área. Difícil labor lograr que se entienda que se requiere más que de técnica, mas que de buenas ideas... Entender el entorno, entender qué se busca... Espacio, Medio, Contenido, Estrategia... análisis del resultado. En pocas palabras: Propósito, A quien, Promesa, Soporte de la promesa, Qué medios y medición, son parte de la receta.
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