lunes, 1 de abril de 2019

PIENSO...LUEGO DECIDO...

Cuántas veces hemos escuchado algo como "es que así es la mentalidad de esta gente". Eso suena siempre a algo como que se les quedó el freno pegado, o los ojos medio cerrados. Pero de algún modo es cierto.

En "Mindset", Carlor Dweck nos habla del Poder de la Mentalidad en nuestra vida y la forma como podemos manejarla. Nuestro "mindset" no es algo con lo que nacemos, es más bien nuestra "programación". Ella esquematiza dos formas de configurarla:  La mentalidad "Fija" (fixed mindset) y la mentalidad  de "Crecimiento"(growth mindset).

La mentalidad fija es aquella en la que una persona, ante algo que no quiere o no puede hacer o estar de acuerdo, responde "así soy yo, y no hay modo que pueda cambiar". O piensa: "así son las cosas, así han sido siempre".

Con mentalidad fija evitamos retos, nos rendimos fácilmente, vemos el esfuerzo como algo infructuoso, ignoramos las críticas y consejos útiles de los demás, nos sentimos amenazados o incómodos por los logros de otros.

La mentalidad de crecimiento es aquella que ve un mundo más elástico, con posibilidad de cambio; aquella que le gusta probar lo nuevo y tomar riesgos.

Con mentalidad de crecimiento tomamos nuevos retos, consideramos nuestro esfuerzo como el camino para estar mejor en algún aspecto, somos persistentes en lo que nos proponemos, escuchamos con interés la crítica que otros nos hacen y aprovechamos sus consejos, encontramos inspiración en los logros y alegría de otros.

Los seres humanos enfrentamos cada día una mayor necesidad de adaptación. Imaginemos a una persona que en el siglo XVI va caminando por un bosque y de pronto el piquete de un raro insecto la hace desmayarse y queda así largo tiempo.  Por arte de magia no envejece y de pronto despierta 100 años después, como si nada hubiera pasado. Sale a buscar su pueblo donde seguramente no encontrará ninguna persona conocida, pero el entorno físico, las costumbres y actividades serán casi las mismas que cuando lo dejó.

Hoy es diferente por muchas razones. La tecnología y la globalización nos han hecho cambiar, se pone nombre a generaciones que se diferencian por unos cuantos años: "baby boomers",  "generación X", "generación Y", "milenials". Somos diferentes, pensamos diferente, hablamos diferente, eso es un hecho. También, henos caído en la cuenta que el planeta puede tener problemas si no cambiamos nuestros hábitos y formas de solucionar la vida diaria, hace pocos años no había que preocuparse de nada de eso.

Entonces, tenemos que cambiar nuestra mentalidad, no solo para interactuar en la familia, el trabajo, la sociedad entera, sino para ser responsables de los que les dejamos a las próximas generaciones en recursos naturales. Tenemos maravillosos medios para aprender e informarnos, pero nuestra mentalidad nos puede cerrar el paso.

Alguna vez escuché o leí que la evolución sigue un movimiento helicoidal, es decir las condiciones, las formas de ser y pensar van cambiando, se alejan y vuelven a lo mismo, pero van en camino hacia algo, van mejorando y perfeccionándose.

Hay dos polos que provocan movimiento: El primero: Lo que ya sabemos, lo que hemos aprendido; y el segundo: lo desconocido, lo que podemos aprender, lo que podemos innovar y mejorar. ¿Que mentalidad tomamos ahora que se siente tan necesario cambiar y adaptarse?.

No podemos tomar una mentalidad fija. Eso hay que descartarlo. Por nosotros, nuestros hijos, los hijos de los hijos de nuestros hijos. Hay que tomar una mentalidad "de crecimiento".







martes, 26 de junio de 2018

LA ARQUITECTURA DE COMUNICACIÓN


Al construir una casa o un edificio es indispensable un arquitecto. Un profesional que debe logar que ese inmueble cumpla con la necesidades de espacio y funcionalidad de la persona, familia u organización que la va a habitar, además de lograr que su aspecto sea estéticamente armónico y coherente con el estilo y categoría, tanto de sus ocupantes como del entorno donde se edificará.

¿Qué aspecto tendrá, cuantos y cómo serán sus espacios dentro, por dónde se llega de uno a otro, qué cantidad de niveles tendrá, qué debe ir abajo, qué debe ir arriba, qué debe estar junto a qué, cómo va a entrar suficiente luz, cómo se comportará frente a las condiciones del clima? Se busca funcionalidad, comodidad, ambiente, seguridad, etc… Y son miles de elementos que hay que tomar en cuenta, y que una vez hecha la construcción difícilmente se podrán cambiar.

De igual forma, un instrumento de comunicación, un mensaje, por más sencillo que sea, debe cumplir con requerimientos para cumplir un propósito. El objetivo es siempre, que una información se instale en el cerebro de otra persona y que esa información sea utilizada en su pensamiento; es como construir un espacio en su mente. Un espacio para motivar o facilitar una acción cuando alguna circunstancia se presente. Por ejemplo, si llega un cliente al establecimiento donde trabaja una persona, ésta sepa qué tipo de bienvenida debe darle y cómo tratarlo, o si se enferma de gripa, tenga en su mente la instrucción precisa de qué debe tomar para estar sana. Todos los procedimientos, todas sus acciones las dicta su mente gracias a la información que ahí se ha grabado.

Lograr ese espacio en la mente de una persona, que se convertirá en una parte de sus pensamientos, sus gustos, sus preferencias políticas; tiene también una labor de arquitectura. Las ideas, la información específica debe acomodarse y relacionarse en sus catálogos cerebrales para poder ser utilizada. Debe haber un orden de ideas, una secuencia de razonamientos. “Estornudo-gripa-remedio-medicamento”. ¿Qué va arriba de qué?, ¿Qué cosa es más importante que otra?.

Pero dado que la comunicación es un acto cotidiano, una función natural y espontánea en los seres humanos, rara vez pensamos: “Voy a decir esto, luego esto y luego esto, para darme a entender o convencer a alguien”. Nuestro cerebro resuelve de manera inmediata e inconsciente, y nuestros pensamientos simplemente salen, en ocasiones provocándonos terribles consecuencias, porque “lo dicho, dicho queda”. Como un edificio en el paisaje de una ciudad.

En arquitectura hay suelos, climas, entornos; en comunicación hay antecedentes, contextos, canales. En arquitectura hay ladrillo, cemento, acero, etc. En comunicación hay lenguajes, símbolos y significados, lógica, credibilidad. En arquitectura hay lo dinámico, lo acogedor, lo elegante; en comunicación hay características cualitativas similares.

La comunicación, al igual que la arquitectura, requiere un diseño previo a su realización. Investigación, planeación, proyecto; y juega con elementos desde lo más obvio, hasta los más sutil pero importante.

En la comunicación profesional, en aquella que va al público, que quiere captar mayores audiencias, la comunicación organizacional o masiva, se habla de “estrategia de comunicación”. En muchas mentes y de manera simultánea hay que motivar un pensamiento, un gusto, una necesidad, un sentimiento, una preferencia política. En qué tan diferentes estructuras mentales hay que penetrar y establecer un recurso de pensamiento. Es como instalar un software o una aplicación en millones de computadoras, y que sea compatible con cada sistema donde se instaló.

Para lograr todo ello, un comunicólogo debe conocer muy bien al público para el cual diseña un mensaje y tener la capacidad máxima posible de predecir sus interpretaciones. Si pensamos que la misma palabra puede significar algo diferente para cada persona, lograr comunicar es un reto. Se busca entendimiento, confianza, participación, se busca una respuesta,… una reacción.

Cabe aquí mencionar que el papel de la ética es fundamental, y hasta nos podemos inventar una Regla de Oro. “No intentes convencer a otro de aquello de lo que no estás convencido”. Desgraciadamente vivimos en un mundo en que esta regla no está muy presente en las empresas cuyo producto básico es información y comunicación, pero eso es un tema de otro artículo.

La comunicación tiene una arquitectura, y cuando la hacen profesionales los resultados son evidentes.

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miércoles, 16 de mayo de 2018

Iniciamos Switch

Con el propósito de estar en contacto con nuestros clientes y amigos, iniciamos la publicación de este blog con temas de comunicación y desarrollo personal, que esperamos lo encuentren útil e interesante para el crecimiento de su persona, sus empresas y su imaginación, y para plantearse y alcanzar nuevos horizontes en todos los ámbitos de su cotidianidad.

Nos robamos el nombre de un libro escrito por Dan y Chip Heath, autores de este y otros números de gran éxito, el cual ha sido una gran inspiración para este blog y cuya reseña vamos a utilizar justamente como tema de esta primera publicación.

Este es un libro que presenta muchos casos e ideas sobre cómo cambiar las cosas cuando el cambio es difícil. Cómo lograr cambios en uno mismo, en el trabajo, en los amigos y en la familia. Cambiar es muy difícil e imposible de hacer sin motivación. Leer el libro te ayuda a ver las cosas de una manera diferente a como las veías antes, a establecer estrategias y generar motivación para lograr los cambios que deseas hacer.

Los autores del libro explican que todas las personas tenemos dos partes. El lado emocional (el Elefante) y el lado racional (el Jinete). La mayoría de nosotros cree que el Jinete siempre controla al Elefante, pero en la mayoría de los casos es al revés. El Elefante -por su fuerza- termina controlando al Jinete. Ponen de ejemplo a alguien tratando de ponerse a dieta. Su lado Jinete quiere parecer más delgado y comer más saludable, pero su lado Elefante adora las botanas y los pasteles. El Jinete y el Elefante necesitan querer lo mismo para poder trabajar juntos, pero generalmente no es el caso. Tu corazón o tu estómago pueden querer una cosa, pero tu mente puede querer otra.

Este libro explica también que tu lado emocional y tu lado racional deben estar en sintonía. Te enseña cómo reaccionar a ciertas situaciones de maneras más simples, que harán posible convertir tus deseos en logros en lugar de en frustraciones. No están diciendo que cambiar sea fácil, de lejos es una de las cosas más difíciles de tu vida, dependiendo de qué es lo que estás luchando por cambiar. Pero hay formas de alcanzar los cambios. Lo mejor es que sean cambios claros y concretos, estableciendo un objetivo simple para lograrlos. Uno no puede decir: “Quiero bajar de peso pronto"y simplemente comienza a suceder automáticamente. ¡Pues no! Uno debe establecer metas realistas como: “Quiero perder 8 kilos en los próximos 3 meses”, pero si luchas por ello ¿Tienes una compensación emocional? ¿Cómo te vas a sentir al lograrlo? Son tu Jinete y tu Elefante negociando. Tu Elefante tendrá una motivación y tu Jinete tendrá una dirección.

Para completar su comparación, incluyen el aspecto del Camino por el que viajan el Elefante y el Jinete. Este puede ser un sendero bien preparado, con elementos que propicien el cambio. El Camino podría representar, por ejemplo, poner a mano ciertas cosa que ayuden, como utilizar platos más chicos para comer, que al llenarlos tengan una ración menor a la que se pone en los platos que usas siempre, o dejar lista tu ropa para ejercicio desde la noche anterior, para que por la mañana no dudes o pongas pretextos para levantarte y hacer ese esfuerzo. El interruptor -la decisión- está organizado en tres partes: dirige al Jinete, motiva al Elefante y da forma al Camino. Leyendo el libro puedes reflexionar y descubrir tu propias formas de lograr aquellos cambios que deseas.


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